Lima la horrible (1964)
Sebastián Salazar Bondy
IX. p. 111 Inhaltsverzeichnis | « | »


 
 
 
 
 
 
 
 
 
   
 
 
 
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      IX. EL PANTEON DE LA MENTIRA
 
        Un  industrial  francés,  M. Maury,  tuvo  la
idea de ir a ver a las familias ricas y proponerles tumbas de mármol esculpido. Esto tuvo un gran éxito. Uno era general, otro un gran capitán, etc..., todos héroes.
        Si vais ahora a Lima veréis un cementerio como no hay dos, y aprenderéis todo lo que hay de heroísmo en este país.

                                          PAUL GAUGIN
                                          (Avant et aprés)
 
 
 
¿Qué limeño, de niño, no ha temblado de terror oyendo
los cuentos de penas con que, en la sobremesa nocturna,
distraen -o distraían, hasta el advenimiento de la televisión-
sus ocios nocturnos los mayores? Recuerda el autor de estas
páginas aquellas historias de aparecidos, horrendos duendes,
bultos trashumantes, broncas sombras, lucecillas raudas, y piensa
que, a pesar de que fantasmagoría semejante ha llenado la noche
de otros pueblos, aquí estas extraordinarias narraciones son algo
más que formas del folklore tenebroso de las mentes primitivas,
mágicas. Nuestros cuentos de fantasmas están unidos estrecha-
mente, en verdad, a la incultura, el subdesarrollo y la religiosidad
azorada, pero puestas entre corchetes estas tres condiciones una
más queda en evidencia: la que se vincula con el culto a los
muertos. Ella prevalece en Lima y, en esencia, nos supedita por
otro conducto al enajenante pasado. El áureo tiempo que se nos
ha obligado a reverenciar -la arcádica Edad de Oro de la colonia-
está identificado con la fantasía de los difuntos o entes sobrena-


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